Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100056
Legislatura: 1882-1883
Sesión: 12 de enero de 1883
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 20, 307-309
Tema: Contestando al discurso del Sr. Marqués de Barzanallana al explanar su interpelación en el debate sobre crisis ministerial.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Montejo y Robledo): La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): En dos partes, Sres. Senadores, esencialmente distintas, ha dividido su discurso el Sr. Marqués de Barzanallana. En la primera parte ha tratado de una cuestión que verdaderamente no tiene nada que ver con la que se debate, y la ha tratado con aquella erudición y con aquel conocimiento que son peculiares en S. S., tratando de todas las cuestiones que pueden afectar a los intereses del país. Yo le he oído con mucho gusto, como creo que le habrán oído los Sres. Senadores; pero en honor de la verdad, no se puede tratar aquí la cuestión en este momento, porque no se trata ni de analizar la cuestión de montes ni de discutirla. Cuando haya de venir esa cuestión, vendrán perfectamente todas las observaciones del Sr. Marqués de Barzanallana, y podrán servir como un gran precedente para ello. Aquí en la crisis no se trata de nada de eso; porque en último resultado, claro está, Sr. Marqués de Barzanallana, que S. S., como los demás Sres. Senadores, tienen el derecho de venir aquí a tratar la cuestión de montes, del estudio de los montes, de su estadística y de todo lo que tengan por conveniente. Pueden venir a proponer la desamortización absoluta o la no desamortización, o la desamortización en parte de los montes, todo lo que el Sr. Marqués de Barzanallana quiera; pero a fe que no es esta cuestión tan importante de la que se trata en estos momentos.

Esta cuestión ha podido ser la base de un pensamiento del Ministerio de Hacienda anterior; pero desde el momento en que sus dignos compañeros no aceptaron esta base de su pensamiento, la desamortización de los montes, en la forma, la extensión y hasta el tiempo en que lo proponía el Sr. Ministro de Hacienda, el pensamiento de S. S. desaparece; es suyo ese pensamiento, se lo ha llevado, lo tiene, es exclusivamente suyo, y no lo podemos discutir, ni hay para qué. Por consiguiente, la primera parte del discurso del señor Marqués de Barzanallana, que es importantísima bajo el punto de vista de la cuestión administrativa de los montes, que es importantísima bajo el punto de vista de la desamortización de los montes, se tratará cuando llegue ese debate, que no sé cuándo llegará; de esa primera parte no debo ocuparme ni un solo momento en la contestación que debo dar al señor Marqués de Barzanallana.

Voy a la segunda parte, que es la verdaderamente política. Voy a decirle al Sr. Marqués de Barzanallana que respecto a la segunda parte, que dará lugar a largos debates, que podrá dar lugar a amplísimas discusiones, por mi parte, en realidad, tendré poco que contestar a S. S.; y voy a decir la razón. La segunda parte del discurso del Sr. Marqués de Barzanallana, más que una contestación, más que un debate sobre los motivos de la crisis, me parece que es una contestación dada a otros discursos salidos de las filas del partido en que milita S. S. (El Sr. Marqués de Barzanallana: No.) ¡Su señoría qué ha de decir! Eso resulta aunque S. S. no quiera. Pero yo he creído que S. S. lo ha querido hacer así.

¡Ah, Sr. Marqués de Barzanallana! ¡qué diferencia, qué diferencia entre el discurso pronunciado aquí por S. S., discurso oportunísimo bajo el punto de vista de S. S., discurso oportunísimo bajo el punto de vista conservador, discurso que debiera servir de molde a los discursos que pronuncian otros de sus compañeros aquí, y sobre todo en otras partes; qué diferencia entre ese discurso y los que han pronunciado los correligionarios de S. S. en otras partes, y entre el discurso de [307] S. S. y el propósito, la idea y el pensamiento emitido por la prensa del partido conservador en que S. S. milita tan dignamente! Esta segunda parte del discurso del Sr. Marqués de Barzanallana, bajo el punto de vista político, no es un ataque a este Gobierno, no es ataque al Gobierno anterior, no tiene nada que ver con la crisis; es un ataque a algunos de sus correligionarios. (El Sr. Marqués de Barzanallana: Pido la palabra para rectificar.) Yo no hago más que exponer esta diferencia: la expongo a la opinión pública, ella ha de ser juez que no puede recusar el Sr. Marqués de Barzanallana; y esa opinión pública dirá si tengo razón o no; y esa opinión pública encontrará la misma diferencia que he encontrado yo entre el discurso de S. S. en su segunda parte, que es verdaderamente un acto político, y los actos políticos que se están llevando a cabo por personas importantísimas del partido conservador desde el verano último hasta ahora.

Para entrar en la segunda parte de su discurso, el Sr. Marqués de Barzanallana decía: la crisis que ha tenido lugar ha sido, más que económica, política, y no hay para convencerse de ello más que examinar la formación del Ministerio. Con este motivo ha examinado S. S. los antecedentes de los diversos Ministros que han entrado en la reorganización del Ministerio, y se ha fijado muy particularmente en las opiniones del señor Romero Girón, actual Ministro de Gracia y Justicia. Pero aquí decía el Sr. Marqués de Barzanallana: el Sr. Presidente del Consejo de Ministros nos ha dicho que para la formación de este Ministerio se ha inspirado en las corrientes no sólo establecidas en la mayoría sino establecidas en las minorías de ambos Cuerpos Colegisladores; y S. S. se extrañaba y preguntaba: ¿y cuáles son esas corrientes de las minorías? ¿en qué corrientes de la minoría se ha inspirado el Sr. Presidente del Consejo de Ministros? No veo más sino que se ha inspirado en las corrientes de la minoría que se llama la izquierda dinástica, pues que de ella ha traído un individuo a su Ministerio.

No, Sr. Marqués de Barzanallana; me he inspirado muy particularmente en las corrientes establecidas y pronunciadas en la minoría conservadora; en la minoría conservadora, que desde el verano último viene en su prensa, viene por todos los medios de publicación y viene en el Parlamento diciendo que el Ministerio anterior no era bastante liberal; que para Ministerio como el anterior, bastaba el partido conservador; que era necesario inclinarse a la izquierda, que era necesario inspirarse en la izquierda, hasta el punto de que manifestaban, no simpatías a la izquierda, sino amor a la izquierda. (Muy bien, muy bien. El Sr. Marqués del Pazo de la Merced pronuncia algunas palabras que no se oyen.) Pues para ser liberales de veras, llamamos a los liberales del país. (El señor Marqués del Pazo de la Merced: No llaméis a los auxiliares.) (No son esos más liberales, según S. S., que nosotros) (El Sr. Marqués del Pazo de la Merced: Por eso deben por derecho propio ocupar esos puestos.) Pues he aquí la contradicción con lo dicho por el señor Marqués de Barzanallana; pues si le asusta al señor Marqués de Barzanallana uno sólo, ¿cómo no habían de asustarle los nueve de esa tendencia? ¿Pues no nos ha dicho S. S. que no duerme, que no descansa, que vive en zozobra al ver esa inclinación en este Ministerio? Pues si esto le sucede habiendo un solo Ministro, se moriría de pena si fuesen los nueve de esa tendencia.

Señores, no sólo no ataco yo al Sr. Marqués de Barzanallana, sino que le aplaudo sinceramente, porque está perfectamente en su papel, está desempeñando honradamente su deber. Tiene razón el Sr. Marqués de Barzanallana: en opinión de S. S., este Gobierno puede haber tomado un tinte más liberal que el anterior, y S. S. decía: no sólo es ya más liberal, sino más revolucionario; pero no tienen razón todos los demás correligionarios de S. S. que dicen lo contrario.

Han estado diciendo que ya que hay un Gobierno liberal, que lo sea de veras, y hasta han propuesto que debía venir a gobernar la izquierda dinástica, porque eso era mejor que este partido, que era una mixtificación; y eso hasta con el peligro de periodo constituyente, y eso hasta con una legalidad que vosotros creíais tan revolucionaria y tan imposible, que no quisisteis ni aceptarla como base para la modificación de la Constitución del Estado, y eso con una legalidad que era calificada por vosotros como la anarquía elevada a ley, y eso con todos esos peligros y todas esas perturbaciones; y ahora, por lo que dice el Sr. Marqués de Barzanallana, se asustan porque ha venido aquí un Ministro de esa tendencia para manifestar esas inclinaciones. Os hemos querido dar gusto, pero no por completo, porque vuestra opinión sería peligrosa. Esto no tiene peligros.

Sucede aquí lo que en todas partes, sin que haya esos peligros que tanta zozobra inspiran al Sr. Marqués de Barzanallana; los partidos liberales son ayudados por los partidos radicales cuando aceptan las instituciones, y vienen al poder y no ofrecen peligro ninguno, y tienden naturalmente a llevar las corrientes políticas en el sentido de sus ideales, pero sin quebrantar, no digo yo los cimientos de la sociedad, pero ni siquiera las bases fundamentales del orden político que reina.

Pues eso que se hace en todas partes, hacemos aquí; pues si en otras partes no ofrece peligro ninguno, ¿por qué ha de ofrecerlo aquí? ¿Qué inconveniente hay en esto? No hay ninguno. Ya lo sabe bien el señor Marqués de Barzanallana, porque es demasiado discreto y demasiado práctico para comprender que tal como están las cosas no hay peligro ninguno en inclinarse a ciertas tendencias, en dar soluciones a ciertos problemas; quizá lo peligroso estaría en resistir a esas soluciones. Esas observaciones y esos temores y esas zozobras que nos ha indicado el Sr. Marqués de Barzanallana esta tarde, dirá lo que quiera S. S., porque muchas veces obliga a decir el patriotismo muchas cosas; pero más bien que dirigidas aquí, han sido dirigidas a esos bancos (señalando a los conservadores), para que esos y otros conservadores no sigan por el camino tan peligrosamente emprendido.

Pues bien; estén los conservadores en su puesto, que nosotros estaremos en el nuestro, y no hay cuidado, no digo para las instituciones, para nadie: como pudiera haber peligro es de la manera que los conservadores entendían la misión de combatir al Gobierno. Si varían de camino, si están en su puesto, si son fieles a sus ideales, si no olvidan sus precedentes, no tenga cuidado el partido conservador, que nosotros bastamos aquí a alejar cualquier peligro para el porvenir, para las instituciones, para nuestra Patria; y cuando el partido liberal haya desempeñado su misión y haya desenvuelto aquí las reformas que necesita el país, y creo yo que deben dársele, entonces vendrá el partido conservador con prestigio a sustituir al partido liberal, y podrá consolidar aquellas reformas que nosotros haya- [308] mos hecho, sin peligro ninguno para la Patria; pero eso es teniendo todo el partido conservador la conducta seguida hoy por el Sr. Marqués de Barzanallana, no la conducta tenida por otros correligionarios del Sr. Marqués de Barzanallana. (El Sr. Conde de la Romera: ¿Quiénes?) He oído que me ha preguntado ?quiénes? un Sr. Senador. Pues yo no tengo necesidad de citar aquí nombres; pero si S. S. no lo sabe, le digo a S. S. que sabe muy pocas cosas (risas), porque ignora lo que sabe todo el mundo.

Realmente, como no soy yo quien debe contestar al discurso del Sr. Marqués de Barzanallana, voy a concluir. Ya ve S. S. si yo quiero bien al Sr. Marqués de Barzanallana: el respeto que siempre le he tenido, la grandísima consideración y el mucho cariño, aún cuando por las diferentes actitudes que hemos tomado S. S. y yo y por las diferentes ocupaciones que hemos tenido nos hayamos tratado poco, pero en daño mío, que tendría muchas cosas que aprender y hubiera aprendido de S. S.: y en prueba del cariño que le profeso, le diré que S. S. ha prestado esta tarde un gran servicio al partido conservador, que el partido conservador debe aprovechar, y yo espero que le aprovechará, y que al prestar un gran servicio al partido conservador se le ha prestado S. S. también al partido liberal, porque es necesario deslindar bien los campos; que no nos tratemos como enemigos, sino como adversarios, y que no haya quien busque su resistencia y sus fuerzas en la debilidad del adversario, no, sino que busque su fuerza en su esencia, en sus medios, en sus procedimientos, en su manera de ser y vivir; y siendo grande el partido conservador, será grande también el partido liberal; y siendo el partido liberal y el partido conservador grandes, no hay aquí temor ninguno, no ya para las instituciones, sino para nadie. Por el contrario, la gobernación del país será facilísima, y la Monarquía, que ha desempeñado un papel muy importante y lo está desempeñando en la historia de España, la Monarquía de D. Alfonso XII tendrá en las páginas de nuestra historia la más brillante quizá que ha tenido Monarquía alguna en ningún otro país. De vosotros y de nosotros depende: nosotros estamos dispuestos a cumplir nuestro deber; cumplid vosotros con el vuestro. (Muy bien, muy bien, en todos los lados de la Cámara.) [309]



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